martes, 9 de marzo de 2010

Escaleras barrancosas

Existe una palabra para designar el miedo a las escaleras, la climacofobia -un pánico agraviado por el fenómeno de las escaleras de paso y medio-, pero no estoy segura de que se haya reconocido la fobia a la ausencia de las mismas; de modo que me aventuro a llamarla 'barrancofobia', el miedo a que no haya escaleras.

El origen de la barrancofobia reside en las escaleras barrancosas, pobladoras insurgentes de calles y aceras. Esas escaleras que no ves, pero que intuyes que tienen que estar ahí, al final del pavimento; porque la ausencia de las mismas implicaría que para bajar tendrías que rodear el cambio de nivel por el que has ascendido.

Confías en que verás los escalones a medida que te vas acercando al borde del precipicio, pero están construidos de tal modo que sólo los adviertes cuando estás ya a un paso de lo que tú crees un abismo; momento en el que has hecho por lo menos 2 ó 3 tentativas de dar media vuelta fingiendo un olvido para evitar el ridículo de verte parado ante la nada:

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