martes, 28 de enero de 2014

Propósitos de años viejos

Mi propósito de año nuevo de 2014 ha sido desapuntarme del gimnasio. Y lo cumplí en 2013 porque si no lo hacía antes del 21 de diciembre, tenía que pagar la cuota hasta el mes siguiente.

Aquí está la prueba:


Dicho esto, aclaro que soy consciente de que es un poco tarde para hablar de propósitos de año nuevo, pero yo en realidad considero que los míos los tengo que cumplir a partir del día de mi cumpleaños; así que todavía tengo tiempo y no los voy a hacer públicos hasta que los haya decidido.

Lo que voy a hacer es una recopilación de mis propósitos que he cumplido en los últimos años:

Propósito de 2011

Hace un par de años, mi propósito de mi año nuevo personal fue ponerme a dieta (topicazo, sí). Es algo que nunca he conseguido lograr porque para mí la comida es un placer y a la vez un premio que no puedo negarme. Por eso fue un propósito todavía más duro.

Pero lo conseguí (aunque pasado el verano de 2011, volví a pasar de todo porque soy de blanco o negro). Para ello, compaginé la típica calculadora "del peso ideal", que calcula el índice de masa corporal, con las evolución de las medidas del contorno, para ir valorando la evolución tanto en kg como en cm.
Ahora mismo creo que estoy en sobrepeso.


Propósito de 2012

En 2012, mi propósito personal fue sacarme el permiso de conducir. Algo que tenía pendiente desde que cumplí los 18 años, me apunté a una autoescuela, y perdí el dinero de la matrícula por no ir a las clases.

Y lo logré. Tras muchas lágrimas, madrugones y dinero.

También aprendí a cambiar ruedas.

Además de eso, también conseguí dejar de morderme las uñas (temporalmente, igual que lo de la dieta).


Propósito de 2013

El año que hemos pasado he cumplido un propósito que llevo años arrastrando: volver a escribir. Volver a ser productiva (aunque en Teorías del Absurdo no se note).

He lanzado un blog nuevo, estoy cursando un máster y he cambiado de trabajo (para mejor).

lunes, 6 de enero de 2014

Por qué los disfraces de los Reyes Magos son necesariamente cutres

Hoy quiero recuperar algo de lo que hablé hace tiempo. Quiero seguir hablando del hecho de que los Reyes Magos sean tan poco creíbles, e ir más allá.

Dos años después de haber escrito sobre ello, he llegado a una nueva y reveladora conclusión. Una teoría que  justifica por qué los disfraces de los Reyes Magos son tan cutres.

Sí, la niña soy yo.

A modo de síntesis, lo que criticaba en el post que publiqué hace dos años era que los Reyes Magos no son nada creíbles: Melchor y Gaspar siguen llevando una peluca y una barba falsa, a pesar de que ahora con tanto hipster sobran hombres con barba, y Baltasar todavía sigue siendo en muchas ocasiones un hombre blanco pintado de negro.

*Inciso: aquí quiero rescatar la idea de que Baltasar sea un negro pintado de negro y Melchor y Gaspar, negros pintados de blanco).

La teoría de la que os hablaba es que la razón por la que Melchor y Gaspar no son señores con barba de verdad y Baltasar sigue siendo un blanco pintado, es que no se pretende que sean 100% creíbles. Están dejando un margen de error suficiente para que de pequeños no se den cuenta de todo aquello que no cuadra y cuando ya sean mayorcitos, empiecen a ver por sí mismos que no hay consistencia. Lo que se pretende es que se den cuenta por sí mismos de que los Reyes Magos no existen.



explicando a un niño quienes son los reyes magos


Imaginad que los Reyes Magos estuvieran perfectamente caracterizados. Que hubiera un único pack en todo el mundo y sólo hubiera cabalgata en un único lugar a la vez. Que la única posibilidad de sentarse en las rodillas de un Rey Mago, fuera esperar a que visitara tu ciudad el único día que su apretada agenda se lo permitiera. Que los regalos no se guardaran en casa ni se pillara a los padres poniéndolos bajo el árbol.

Si fuera todo perfecto y creíble, cuando le dijerais a un niño de 8 años que los Reyes Magos no existen, no os creería. Tendríais que encontrar muchos argumentos para demostrarlo y convencerlo de lo contrario.

El hecho de que sean cutres, facilita la tarea de decirle a los niños que los Reyes Magos no existen. Facilita que se lo crean.

Tal y como está ejecutada la fantasía los Reyes Magos actualmente, para convencer a un niño de que los Reyes son los padres sólo hay que decirle: "¿Pero no ves que llevan peluca?".

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