“No sé qué narices haces con el papel higiénico. Parece que te lo comes.”
Lo que está insinuando esa señora a la que llevo 24 años llamando “madre” es que en vez de tirar el papel higiénico después de limpiarme, me lo como. Como si fuera el pan que rebaña los restos. Sí, amigos, el papel higiénico es el pan del coprófago.
Supongo que por eso mi madre niega haberme parido, cree que como rebanadas de papel untadas con excremento y que por eso cago más y uso más papel del que me haría falta si comiera sólo lo que ella me pone en el plato.
Afortunadamente, he encontrado la manera de evitar que –cuando vuelva a Barcelona- mi madre me siga acusando de comer mierda con tono de reproche. Seguro que hay mucha gente que, como yo, no sabe cómo economizar el rollo de papel sin dejar la estela del meteorito en su ropa interior; y por eso, Scott, el homólogo argentino de Scottex, ha estandarizado cuánto papel higiénico se necesita en cada lavado: 5 cuadritos.
¡En serio, no es que seas tonto, es que nunca te lo han explicado!
No sé si habrán hecho una encuesta con una muestra considerable o si habrán puesto un taco de formularios en el baño de la empresa para que los empleados los rellenen; pero esa es la medida que Scott considera suficiente para cada intervención digestiva, y mirad cómo nos advierte de cuándo parar:
Utilizan el código de tráfico para hacer de cada tirada una experiencia de conducción en la que tienes que seguir a un perro borracho a través de las microfibras súperabsorbentes de la carretera, hasta encontrarle. Supongo que la señal de Stop la han puesto para dejar claro que hay que encontrarle y no atropellarle.
La otra forma de leerlo es totalmente contradictoria al objetivo inicial de ahorrar papel –y evitar que te acusen de comértelo-. Se puede interpretar el dibujo como una calle adoquinada con las huellas de un perro al que hay que seguir; pero en ese caso nos tendríamos que pasar por el forro –literalmente- las señales de “Pare” porque son para los coches imaginarios que transitan por la carretera que está salvaguardando nuestro amigo Scott, invitándonos a cruzar la calle y tirar millas hasta llegar al cartón. Supongo que esta segunda lectura es para casos de emergencia.
Digo yo que habría sido más fácil dibujar las típicas tijeras abiertas sobre la línea de puntos. ¿Nunca habéis sentido la tentación de cortar el papel higiénico con tijeras? Seguro que hay gente muy perfeccionista que tiene unas tijeras encajadas en el tubo del rollo de papel. O incluso gente que corta uno a uno los cinco cuadritos hasta hacer un milhojas. De hecho, una de las formas en las que yo corto el papel higiénico es haciendo la tijerita con los dedos, haciendo el “Papel-tijera”:
Podéis imaginar dónde está la piedra.