Un martes cualquiera fui con
una amiga a un bar. Al cabo de un rato, entró un pakistaní con un ramo de rosas y nos ofreció una. Le dije al tipo el clásico
"No, gracias. Ya hemos follado" y -contra todo pronóstico-
nos regaló una rosa a cada una. Una rosa amarilla. No sé si nos las dio amarillas porque son las que menos salida tienen o por su parecido cromático con las tortillas.
Tras expresar su tolerancia hacia las lesbianas, nos explicó que llevaba dos años a pan y agua porque su mujer está en su país y él es un hombre fiel. Fue entonces cuando se unieron a la charla un par de borrachos, comentando que ya habían notado que éramos lesbianas, que seguro que esa era nuestra primera cita y que yo hacía poco que me había dado cuenta de cuál era mi verdadera condición sexual. Supongo que es difícil ser vidente estando ciego. Dicho esto, uno de ellos
nos invitó a una caña y el otro nos pidió que le dijéramos
3 palabras con las que nos escribiría un poema. Las palabras que elegimos fueron "correa", "manta" y "florero":
"Me vuelvo loca llamándote en cualquier cavina (sic)
No coges el teléfono
Creo convetirme (sic) en un florero para ti
Voy a soltarme la correa con la que me sujetas
Te amo con una manía persuasiva
PD: No seas manta y cúbreme ya."

A juzgar por la calidad de los versos, no creo que el tipo hubiera visto
Before SunSet.

Se le había olvidado incluir la palabra 'manta' en el poema.
Después de ese cúmulo de mecenazgos en pro del amor libre, decidimos que las expectativas para la noche de un martes ya habían sido superadas y lo mejor que podíamos hacer era
retirarnos antes de que nos pidieran una prueba fehaciente de nuestra supuesta lesbiandad; de modo que fuimos a la barra a pagar la cerveza que habíamos pedido nada más llegar pero,
invitó la casa.
Dado que no hubo ninguna insinuación de por medio, lo único que se me ocurre como explicación por tanta amabilidad con dos mujeres a las que creían gays es que
se sentían en deuda con el porno lésbico.
Extra: