sábado, 7 de julio de 2012

El Síndrome Camarero

Tienes que transportar varios objetos de un lugar a otro, y tu propósito es hacerlo en la menor cantidad de viajes posible. Qué digo, "propósito"; es una necesidad. Puedes pasarte varios minutos tanteando la estrategia, ensamblando los elementos entre sí, rellenando unos con otros con el fin de economizar los desplazamientos.

Seguro que tardarías menos realizando trayectos indiscriminadamente, sin planificación. Pero el reto en estos casos no es la velocidad, sino la organización. Trasladar objetos es una prueba de habilidad, incluso de equilibrio; y responder a este reto haciendo periplos a lo loco, sólo con lo que tus manos pueden abarcar, es como poco de primate. Igual que la cara que se te queda cuando al final del aparatoso traslado, vuelves y te das cuenta de que te has dejado algo. Menudo hombre-orquesta estás hecho, ahora te toca hacer otro viaje con las manos colgando para recoger la batuta.


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