domingo, 23 de agosto de 2009

Dolencias del camino y otras penas

Como ya comenté, he estado diez días caminando por rocódromos. Diez días en los que he ido calzada como una completa guiri y en los que me he sorprendido a mí misma diciendo "No sé qué ponerme hoy" cuando sólo llevaba dos camisetas y dos pantalones en la mochila.

No voy a recrearme en ninguna anécdota en particular porque todas han sido breves y lamentables; como que me pillaran robando pinzas, que me adelantara un grupo de vacas y que en un acto de desesperación paliativa me pusiera a imitar el andar de los gigantes y cabezudos, bajo la lluvia, con la mochila a cuestas y enfundada en una capelina enorme.

peregrina de espaldas mirando la catedral de Santiago de Compostela con la mochila a cuestas
Pero me llevé las pinzas.

Lo más lógico sería pensar que gracias al Camino de Santiago todos esos pueblos perdidos de habitantes octogenarios rejuvenecen, pero en realidad no es así; al llegar al final de cada etapa, los peregrinos se convierten en jóvenes envejecidos que pasean por los pueblos cojeando hacia la farmacia (patrocinador no oficial) y que hacen cola para aferrarse a las barandillas y favorecer así el descenso unitario de los escalones.

Tal vez todo esto suene desalentador, pero en realidad para mí ha sido una bonita experiencia que me ha servido para confirmar que, tal y como yo sospechaba, la parte más horrenda y problemática de mi cuerpo son mis pies.

He llegado a Barcelona con las plantas de los pieses doloridas, los talones destrozados, callos en el reverso de los dedos y ampollas debajo de las uñas de los dedos gordos, dos uñas que se me van a caer próximamente. En vez de hacer el camino andando parece que lo haya hecho montada en pony y con los pies descalzos.

Pero las desdichas podales no se quedaron en Galicia. Ya de vuelta a la civilización, cogí un día una bici para volver a casa y de camino se me rompió una de las sandalias. Conseguí mantener la suela más o menos fija presionando con la planta del pie contra el pedal; pero al aparcar la bici me di cuenta de que ese sistema no me permitiría hacer un moonwalk hasta mi casa.

Intenté reconstruir la sandalia un par de veces sin ningún éxito, así que la única alternativa digna que me quedaba era caminar descalza. Saludé a los borrachos cualquiera que habían presenciado mi drama desde la puerta del bar y seguí cojeando semidescalza, con la chancla en la mano y una sonrisa en la cara para dejar claro que había sido un accidente y generar consciencia colectiva en la gente con la que me cruzaba "Pobre chica, se le ha roto la chancla y tiene que ir descalza... yo en su lugar me moriría de vergüenza; pero mírala a ella, qué simpática, luciendo esa preciosa sonrisa que tiene."

Como decía, el Camino de Santiago es una experiencia de lo más enriquecedora. Os la recomiendo a todos.

chancla rota y pie lleno de mugre
Relación causa-efecto.

13 comentarios:

ñ dijo...

Pero bueno, mujer de Dios, cómo se te ocurre hacer el camino de Santiago con chancletas!
Te lo dice uno que se compró botas malas y acabó al borde de una amputación doble de pies, no sé ni cómo has llegado a Santiago...

Un besote

Nesta dijo...

A donde vamos a llegar, robando pinzas...

Para los pies te recomiendo la crema de pies de Neutrogena (patrocinador oficial del Camino de Santiago), te deja los talones y la planta perfectos.

Mel dijo...

Si pierdes un pie de camino a Santiago este va directamente al cielo (Por martir) así que ya tienes los pies en el cielo... Está bien saber donde están, porque tú no es que seas de vivir con los pies en la tierra.

Folks dijo...

Estimada Patricil,

Me gustaría quitarle la runa de los pies a lametones e hidratárselos con algo de producción artesanal.

Sinceramente suyo:

Folk's

Matarratas dijo...

Mas que en pony trotando, parece que lo hayas hecho bailando una polka! XD

Pero como no te pusiste una chirucas como manda dios!!? XD

Saludos

Bring It Back Again dijo...

yo estoy ahorrando para comprarme un sherpa. cuando lo tenga haré el camino de santiago, pero al reves.

Patricil dijo...

@Gonra: El primer día llevaba deportivas y fue cuando me pasó lo de las uñas de los dedos, así que no pude seguir con calzado cubierto. De todos modos había bastante gente que iba con ese tipo de chancla; iban bien, lo malo era que me dolía la planta de los pies horrores.

@Nesta: El patrocinador oficial era Compeed. Se deben de gastar la mayoría del presupuesto de planificación de medios en el territorio del Camino de Santiago.

@Mel: Por mí podrían irse al infierno.

@Folken: Hacer algo tan desagradable por el otro sólo puede ser síntoma de amor verdadero. Eres todo un encanto.

@Bufón Cósmico: Pues porque tendría que habérmelas puesto un mes antes para darlas de sí y con el calor que hace es imposible.

@Bring it back again: Yo también bromee con lo del sherpa, pero no hace falta; hay servicios de taxi expresos para llevar las mochilas.

Perla del Turia dijo...

Yo he tenido algún ramalazo místico de hacer el camino, pero el día que vi Callejeros-Santiagueros, francamente, se me vino el misticismo abajo. Si a ti se te caen 2 uñas, a mí se me caerían hasta las de las manos. Pero me gusta imaginar que algún día lo haré, eso sí....

Patricil dijo...

@Perla del Turia: De momento ya se me han caído dos, y en breves se caerá otra.

A nosotros en el camino nos pilló TVE (a partir de 96:00). En el vídeo sale gente que encontré por el camino, como el tal Andrea ese al que minientrevistan, con quien coincidí al llegar a Cebreiro y también al llegar a la catedral de Santiago xD

el hidalgo payaso dijo...

Hola !

Yo hice el otro dia barcelona-Montserrat y aún me arrepiento
por Dios que dolor de pies.

Me ha gustado el blog, iré pasando.

Saludoa.

Señorita Puri dijo...

Hacer el camino de Santiago con unas sandalias de los chinos es una brillante idea, le felicito por ella. Y a su podólogo también.

Anónimo dijo...

Perfecto post para un fetichista de los pies.

Unknown dijo...

¿No existe ni una sola tienda de calzados en todo el camino? También podrías haber canjeado calzado nuevo o seminuevo con alguien que hiciese el camino a cambio de sexo u algún otro menester. Con lo bonito que es hacer trueque. Has perdido una oportunidad de oro para hacer tokomocho y conseguirte una casa.

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