Me hilvané con fuerza a la barra superior, dobladillado entre el resto de los pasajeros. Tras varias puntadas del ocupante del al lado, no pude remendar engraparle con furia. Poco después logré bordarme en un asiento. ¡Ding!¡Ding! Estación de St. Lázare. Rápidamente sobrehilé a Benoit. Estaba bordado como un ribete en uno de los bancos de la plaza. “Deberías coserle un botón más a tu abrigo”, festoneó. Que le zurzan.
7 comentarios:
¿Leíste algún libro de Leo Masliah? Creo que te gustaría, aunque no sé si se pueden conseguir en España.
@Alan: Bueno, para algo existe Internet ;)
Cierto. Mirá, te dejo el enlace a un par de cuentos suyos que me gustan mucho. También está muy bien su monólogo "Intercambio de cabezas".
Me acordé de él porque en algunos cuentos tiene un estilo muy parecido a lo que escribiste en este post.
Una delicatesen de surrealismo corto y por eso intenso y grato.
PD: Gracias por su homenaje en mi blog, ya sabe, ese asunto de los tentáculos de tela, dan ganas de comérsela a usted en un bocadillo.
Oye, esto está muy bien...
¡El aplauso!
@Alan, Raba de Calamar & El Hombre de la Pústula: Gracias por esos comentarios, que una no siempre escribe burradas; aunque sea lo más habitual.
Eeeh eso gusta!
El Nalgariego
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