El objetivo del nombre comercial de una empresa es la identificación y diferenciación de un negocio o marca respecto a los de su competencia. Muchas empresas utilizan, además, marcas o nombres paraguas para sus líneas de producto, con un mismo objetivo: diferenciarlas también del resto de sus subproductos.
Me acabo de dar cuenta de que
estoy a punto de comparar los nombres comerciales con los nombres personales,
pero al fin y al cabo ambos son nombres propios; y como no es lo mismo continente que contenido, os acabo de desmontar una posible acusación de "comprar a las personas con los productos".
La finalidad de los nombres personales es, pues, la misma: identificarnos, diferenciarnos y etiquetarnos.
No es un acto de afirmación de nuestra personalidad puesto que no lo elegimos nosotros, y
cambiar de nombre cuando ya somos socialmente maduros, es un alto riesgo que pocos se atreven a correr.No se puede
segurar plantear la exclusividad de un nombre en el entorno estudiantil, social o laboral de una persona; pero
lo que sí se puede evitar es la pérdida de la identidad (por lo menos de lo primero que proyectamos como tal) dentro del entorno familiar más cercano.Por lo tanto, si la finalidad de los nombres es diferenciarnos de las personas de nuestro entorno,
ponerle tu nombre a un hijo es contraproducente y carece de toda justificación ya que
el sentimiento de pertenencia al grupo familiar ya está cubierto por los apellidos, que aseguran la conservación y perpetuación del linaje.
Ponerle tu mismo nombre a un hijo es, bajo mi punto de vista, una decisión que se toma inconscientemente para asegurar tu persistencia en el
top of mind de tu vástago a lo largo de su vida.
Un acto de egoísmo, en definitiva.