Una experiencia única con vistas a una
Ciudad Condal rendida ante el
gran vibrador, con el olfato invadido por los olores que emanan las cocinas de mi bloque en las horas clave y acompañada de la banda sonora de mi ordenador inundando vuestros oídos.
Mi señora madre (en imagen) se encarga de la sujeción de la cuerda de seguridad.
Interesados, razón
aquí.
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