Hay
convenciones sociales que no forman parte de la normativa de uso de los transportes públicos, pero que sin embargo se están practicando con cada vez más asiduidad entre sus usuarios con el fin de economizar el tiempo dentro de las instalaciones del metro o tren:
1. Ocupar sólo el lado derecho de las escaleras mecánicas
Lo que se busca es dejar libre el paso a los que, por prisa o por sentirnos proactivos, subimos a pie las escaleras mecánicas del metro o tren.
Es un fenómeno digno de estudio. Se trata de una
consciencia colectiva que hemos adoptado cada vez más usuarios
tras la observación y el reconocimiento de la solidaridad y el trabajo en equipo.
Esta costumbre está tan extendida que ha llegado al punto de que
si alguien obstruye la cadena de solidaridad humana que se genera en una de las escalera automáticas del metro o tren,
puede sentir en su nuca el odio de los que van a perder 10 segundos de su vida inmóviles tras su flácido culo. Tan sólo los extranjeros son observados con mayor transigencia al obstaculizar el paso, ya que se da por hecho que ésta es una
costumbre autóctona que no está normalizada; pero aún así, no quedan libres de injurias y "tsés".
A derecha tenemos a los parados y a izquierda a los que van a trabajar; los que suben a pie, vaya.
2. Esperar en el lugar exacto del andén donde para el vagón que más nos conviene a nuestro destino(Aportación de
Vaka)

Esta costumbre está clavabada en la mente de la mayoría de los usuarios del metro o tren. Es muy común sobretodo cuando la boca de acceso a nuestro transbordo o a la salida que mejor nos convenga está al final del andén.
Por eso lo vagones de los extremos van siempre tan cargados.
Sin embargo, hay enlaces a otras líneas que están a mitad o a un tercio del andén y al final uno sabe calcular con exactitud
en qué punto exacto del andén debe situarse para acceder a la puerta exacta del vagón exacto que le deja frente a la boca del transbordo.
Una actitud extrema ante esta práctica es
ir hasta el extremo del andén por donde accede el tren para
ver lo antes posible si se trata de un convoy largo o corto, y poder así recalcular el punto exacto donde parará el vagón que más nos convenga. Ésto sólo es posible en el caso de las estaciones descubiertas, claro.
3. Caminar por el interior del convoy hasta llegar a uno de sus extremos

Otra costumbre por la que abogamos todos aquellos que tenemos
dificultades para llegar puntuales a nuestras citas es la de
caminar por el interior de los vagones hasta llegar al extremo que más nos convenga según nuestro destino; ya sea una boca de acceso hacia un cambio de línea (transbordo) o hacia una de las salidas al exterior.
Téngase en cuenta que ésta no es una práctica gratuita; sólo se actúa de este modo si -por fortuna- el metro/tren llega justo cuando acabamos de acceder al andén, de manera que no nos da tiempo de caminar hasta el otro extremo por el exterior del convoy.
4. Cambiar de andén cruzando el vagón de metro
(Aportación de Violentlyhappy)
Esta no es una práctica que contribuya al ahorro de tiempo dentro de las instalaciones del metro, pero sí a la comodidad del usuario en pro de su carisma y su sedentarismo.
Puede llevarse a cabo sólo en las estaciones de metro en las que los raíles de ambas direcciones de la línea estén separados por 3 andenes: Uno desde el que se accede al convoy que va en una dirección (A), otro desde el que se accede al que va en la dirección contraria (B) y un andén central desde el que se puede acceder a los convoys que van en sendas direcciones (AB).

En ocasiones, estas paradas de metro tienen varias líneas (Ej: Clot L1, L2), por lo que es frecuente que un usuario que venga de un transbordo de esa misma parada vaya a parar al andén de la dirección contraria a la que él precisa ir (A) y tenga que subir y bajar las escaleras para situarse o bien en el andén de la dirección opuesta a la que se encuentra (B) o bien en el andén central (AB).
El truco es obvio: Si el tiempo de llegada restante del metro del andén A es inferior al tiempo de llegada del metro del andén B, se trata de esperar a que llegue el metro del andén A para cruzar el vagón y situarnos en el andén AB. Una vez en éste, esperaremos con gesto chulesco a que llegue el metro que va en dirección B:
Si el metro A no llega antes que el B, nos tocará ejercitar los glúteos si no queremos perderlo.
Ésta es una hazaña sólo para temerarios desvergonzados, ya que se corre el gran riesgo: Que se cierren las puertas del convoy A antes de haber podido cruzar el vagón para acceder a la plataforma AB, quedando en evidencia ante los ocupantes del vagón todos al estar atrapado dentro del vagón que va en dirección contraria a la que se pretendía alcanzar.
5. Aprovechar el tiempo para hacer otras cosasDesayunar, leer, maquillarse, estudiar, dormir, escuchar música, jugar a la consola, hacerse la manicura, hacer sudokus o crucigramas, corregir exámenes...
¿Recordáis alguna otra práctica que se esté popularizando en los medios de transporte públicos?