Mi desafortunado disfraz de EPIC FAIL

El tema de los carnavales siempre fue bastante traumático para mí. Después de toda una infancia consintiendo que me embutieran en una bolsa de basura cuando celebrábamos carnaval en el colegio, no volví a ponerme un disfraz hasta hace un par de años.

Esta vez tampoco me había planteado disfrazarme, pero un domingo cualquiera se me ocurrió el disfraz perfecto: Iba a disfrazarme de dominguero; con mi gorra de propaganda, mi camiseta XL también de propaganda, unas bermudas, un buen peluco, una riñonera, una funda portamóvil para el cinturón y, por supuesto, un par de chanclas con correas de velcro que envolvían unos flamantes calcetines blancos.

Sabía que esa estampa iba a ser muy poco favorecedora, pero cuando me puse todos los complementos me di cuenta de que era de un antisexy totalmente devastador. No me atreví a llevarlo. Así que decidí que iba a recurrir a lo que me puse en 2007: El disfraz de Wally. Es fácil, poco engorroso y permite pasar inadvertido durante el trayecto de tu casa al bar si te quitas un par de complementos.

Además, tenía dos objetivos en mente:

1. Hacer de mi caracterización un experimento sociológico: Contaría cuántas personas me decían: "¡He encontrado a Wally!".

2. Convertir mi atuendo en un disfraz solidario: Haría creer a todos esos beodos del punto 1 que eran los tipos más perspicaces del local, unos genios del humor.

La primera vez que me disfracé de Wally, tuve que oír la inédita frase unas 20 veces. Algunos me pidieron hacerse fotos conmigo, y muchos otros encontraron a Wally cuando vieron que se había colado de forma espontánea en el encuadre de su foto carnavalesca. Pero esta vez no fue así:

No me había disfrazado de Wally. Me había disfrazado de camarera del Dixi. Me había disfrazado de EPIC FAIL.

Disfraz de Wally

Disfraz de EPIC FAIL

Decidí que no debía derrumbarme ante tal infortunio y asumir mi nuevo papel, así que empujé las puertas abatibles que separaban a los enfermos de sus elixires y le dije a uno de los asiduos que estaba franqueando el paso hacia la barra: "¿Qué te pongo?".