jueves, 10 de julio de 2008

El drama de ser hombre y tener que "descargar spam" en un servicio público

Sí. Es una faena tener que excretar en un servicio público. Es algo que normalmente nos guardamos para el Roca de casa, porque no sólo se alimenta de líquidos, de vez en cuando hay que regalarle a nuestro retrete un segundo plato más sólido. En efecto, si alimentas equilibradamente a tu letrina, también estás alimentando equilibradamente tu organismo.

A lo que iba. Sentir la obligación intestinal de alimentar urgentemente un retrete público no es plato de buen gusto para nadie y mucho menos para los hombres. Al fin y al cabo, en el caso de las mujeres, sólo la que entra inmediatamente tras de ti sabe lo que has estado haciendo allí dentro y se maldice por haber dejado pasar a la típica niña meona que no se aguanta más el pis; a quien seguramente le habrá tocado una letrina limpita, libre de pestilencias y hasta con papel higiénico.

Lo de las mujeres y los servicios públicos tiene tela, esto no es nada nuevo; pero hay que reconocer que para vosotros tiene que ser mucho más humillante evacuar spam en dichos lugares porque en vuestro caso, y al tener dos tipos de letrinas disponibles (la clásica y la "de pie"), los testigos de vuestro acto son los que os han visto entrar en los váteres normales (los de sentarse) y también los que os han visto salir de ellos.

Evidentemente, habrá más razones por las que los hombres podáis usar el retrete convencional estando los otros libres; pero las otras dos que se me ocurren son seguramente peores a que piensen que lo hacéis porque necesitáis...pues eso, cagar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, yo que siempre pensaba que eramos afortunados por poder bajar la bragueta y "hacerlo en cualquier parte", nunca me había parado a pensar en este detalle.

Afortunadamente, no me importa en absoluto que otra persona sepa que acabo de evacuar residuos sólidos. Apelando al refranero popular: "caga el rey, caga el papa y sin cagar nadie se escapa". Así de fino soy :D.

Saludos.

Patricil dijo...

Yo siempre que entro en un lavabo con vestigios de una evacuación mayor pienso: "Ya se lo podría haber guardado para casa". Así que no puedo evitar sentirme culpable cuando cometo un acto de tal envergadura. Que conste que no me refiero al tamaño de las heces, sino a la relevancia del acto en sí jajaja.

El Increíble Hombre Estufa dijo...

Yo creo que opino como Alex.
En el hecho de poder mear en cualquier sitio como hombre que soy... aunque a decir verdad, muchas veces esconderse no sirve de nada: entre dos coches, de cara a la pared... siempre hay algún gracioso/a que no deja de mirarte, en plan ¿te ayudo o algo?

Hay algo que sí que me da mucho repelús. Y es que vayas a hacer los que vayas a hacer; el váter, la mayoría de las veces ha sido bautizado por otro alguien, y más concretamente la tapa del mismo.
Por eso también opino como Patricil: "como en casa, en ningún sitio"

Y a gracias Dios de que soy el otro hombre de la casa, por lo que siempre sé quién es el culpable...

Patricil dijo...

Di que sí, además ya lo dicen nuestras madres: "De casa hay que salir comido, meado y cagado"

Anónimo dijo...

Patricil dijo...
Di que sí, además ya lo dicen nuestras madres: "De casa hay que salir comido, meado y cagado"...

Y... como dice mi vecina, y no es broma, "pajeado también".

Urbin dijo...

En realidad lo peor de ser hombre e ir a cagar en un retrete no es, para nada, que la gente sepa lo que has ido a hacer. Y es que se supone culturalmente que los hombres somos muchisimo más guarros y nos da más igual este tipo de cosas (nuestra mente está mejor preparada xD).

El problema suele ser que los labavos suelen estar que parece que te vayan a pegar el tifus con solo mirarlos (y ya ni decir si te sientas encima).


Un saludo, me ha gustado mucho tu blog.

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